El pasado día 11 de enero para comenzar el curso lectivo
realizamos la visita al Palacio Real, ese edificio que todos conocemos “por
fuera”, pero que pocos conocen por dentro.
La visita a su interior es sin duda una colección exuberante
de fotos mentales para no olvidar. Cada saleta que visitamos tenía su propio
estilo y encanto, desde el papel o tela de seda en algunos casos, que cubría
las paredes, hasta una simple pata de mesa con forma de esfinge o uno de los relojes
de Carlos IV capaz de medir la temperatura de la sala.
Este palacio, de patrimonio nacional, no siempre puede estar
abierto al público, ya que, aunque no sea la residencia oficial donde viven los
actuales Reyes de España, es un edificio en el que sí se realizan actos
oficiales.
Las comidas oficiales se realizan cuando algún miembro del
gobierno o la realeza extranjeros viajan a Madrid en visita oficial, la inmensa
mesa para 100 comensales no está completa, sino, “cortada” por la mitad para
permitir el acceso a las visitas. La sala, una de las más grandes e
impresionante contiene además una colección exclusiva de jarrones Ming.
A estas comidas se accede mediante salitas de espera o de
reunión, como la Sala del Té, donde los Reyes se reúnen a la finalización de la
cena con los invitados, y una de las más curiosas con un estilo orientalizante
muy peculiar.
Si las paredes habitualmente está pintadas o forradas con
papel, en este palacio las encontramos de varios tipos, desde las anteriormente
nombradas, a telas de seda e incluso porcelana. Una sala realizada en su
totalidad por piezas de porcelana desmontable y ajustada a la pared mediante
tornillos.
La sala de la coronación, la sala del trono, la mesa donde
Juan Carlos I firmó su Abdicación, la sala donde España entró a la UE, o
simplemente las escaleras de acceso, son el símbolo latente de la Historia de
España unificada en este edificio que guarda también algunas de las piezas más
importantes de tapicería.
La Real Armería constituye el núcleo de poder económico y
nivel social del Palacio en el que encontramos una de las mejores colecciones
de armaduras de España. Desde los
escarpines hasta la celada cada pieza es única. Cabe resaltas, que apenas dos o tres son realmente
armaduras de combate, ya que la mayoría son los “Ferrari” de la época,
únicamente muestran un mayor poder económico y social. Cada armadura suponía
una inversión económica notable, por lo que no todos podían permitírselo, se
convierte en un símbolo de poder.
Es una pena que la Botica no tenga expectativas de abrir
próximamente, tendremos que visitar la que se encuentra en Toledo, en el
Hospital de Tavera para compensarlo.
Deseando realizar una nueva visita :
Teresa L.
Gracias por este gran resumen de la visita, dan ganas de volver... y una pena no haber tenido tiempo para mas!!!!!!!
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