Santander se trata de un sorprendente y mágica ciudad. Una magnifica puerta hacia el Cantábrico. Su
elegante arquitectura y numerosos parques, calas y playas, hacen que sea un
lugar perfecto para dar interminables paseos.
Tanto Santander, como sus al rededores cuenta con numerosos y muy
llamativos recursos (cómo el parque Natural de Cabárceno), sin embargo, debemos
dejarlos apartados en nuestra visita express de dos días, para centrarnos en
los recursos más interesantes que nos ofrece esta ciudad costera.
Primer día.
Comenzamos por su casco histórico, prácticamente reconstruido en su
totalidad debido a un incendio sufrido en 1941. Comenzamos nuestro recorrido
por los Jardines Pereda, continuando por el Paseo de
mismo nombre, una de las escasas vías a las que el incendio no afectó, por lo
que podemos encontrar diversas edificaciones, construidas desde hasta la
actualidad. La majestuosidad de estos edificios (muchos de ellos bancos) crean
un paisaje único y muy llamativo. Todos ellos, siempre, con vistas al mar. Aquí
podemos encontrar una oficina de información turística.
Tras este agradable paseo, visitaremos la Plaza Porticada (o plaza de
Pedro Velarde). Inaugurada en 1950, tras el incendio, y construida con un claro
estilo neoclásico herreriano, se trata de de uno de los puntos más concurridos
de la ciudad, siempre llena de vida. En esta misma se realizó hasta 1990 en
Festival Internacional de Santander.
Muy cerca, se encuentra la Catedral de Santander, de estructura gótica,
ampliada y reformada en diversas ocasiones, frente a esta, la bella Iglesia de
la Compañia, posee un marcado estilo renacentista, es uno de los mejores ejemplos
de esta corriente de la zona.
Nuestra próxima parada es la plaza del Ayuntamiento, donde podemos
encontrar una importante zona comercial, que continua por las calle Jesús del
Monasterio. Cerca de la plaza encontramos el museo de Bellas Artes de Santander.
Tras degustar alguno de los deliciosos platos típicos en algún
restaurante de la zona, continuamos nuestro paseo. De nuevo volvemos al Paseo
de la Pereda, esta vez caminando junto al Mar por el magnifico muelle, lleno de
sorpresas, como la grúa de piedra, que nos habla del espíritu marinero de la
ciudad, o el Palacete del Embarcadero, o la escultura de los “Raqueros”, la
cual inmortalizó aquella costumbre de los niños, que se lanzaban al agua a
recoger las monedas que los turistas les tiraban.
Terminamos nuestro día en el Museo Marítimo, donde descubriremos la
historia de Santander, siempre ligada al mar.
Segundo día
Algo obligatorio si visitas Santander es pasear por la península de la
Magdalena. Otro magnifico lugar lleno de sorpresas, dónde podemos disfrutar
tanto de arquitectura, historia como de la naturaleza, siempre presente.
Desde el Embarcadero Real, utilizado por Alfonso XIII, con unas
preciosas vistas, hasta el Faro de la
Punta de La Cerda, un punto estratégico de la península, utilizado antiguamente
para defender la ciudad y el acceso a la Bahía de Santander.
Continuamos nuestro recorrido entre parques y merenderos, dónde podemos
descubrir pequeñas esculturas en los troncos de los árboles que han sido
talados, llegamos hasta el Palacio de la Magdalena, uno de los mayores reclamos
de la ciudad. Todo el conjunto, tanto del Palacio como del paisaje te dejarán
sin aliento. Fue la residencia de verano del Rey Alfonso XIII y la Reina
Victoria Eugenia, el cual disfrutaron entre 1913 y 1930. Si queremos disfrutar
de su interior, podemos consultar horarios y precios en la web oficial del
Palacio (http://palaciomagdalena.com/es/visits/)
Dentro del complejo podemos visitar un mini-zoo al aire libre, dónde
encontramos pinguinos, focas y leones marinos. Al lado de este, una plaza dónde
encontramos tres autenticas carabelas.
Una buena idea es traernos un piknick y quedarnos a comer un alguno de
los múltiples merenderos que encontramos en la península.
Tras comer, podemos pasar nuestra tarde por las Playas del Sardinero y
recorrer el paseo marítimo de la Ciudad. De camino, encontramos el emblemático
Gran Casino de Santander, construido en 1916.
Para finalizar nuestro viaje, podemos continuar por la Av. Del Faro
hasta la Ensenada de Mataleñas, un autentico espacio paradisiaco. Seguimos
nuestro recorrido hasta llegar a la Fuente de la Sirena, donde nos encontramos
con el faro, desde donde podemos observar Cabo Mayor, un mágico lugar dónde el mar más
indomable rompe contra los acantilados.
Bells.
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